viernes, 23 de noviembre de 2012

Per Aspera Ad Astra

Para  mi, lo más fácil seria esperar a que la tormenta pasara. Esperar el rayo y el trueno y levantar la voz cuando todo esto parezca simplemente un recuerdo borroso. Pero entonces, ¿dónde estaría el valor de mis palabras? Es duro, es duro para una escritora sentarse a escribir y ver que no, que las palabras se niegan a salir. Que se han agotado las cosas que tenia que decir... Mentira, hoy me revelo contra todo aquello que afirmé meses atrás. No me han abandonado las palabras. Simplemente las había dejado dormir dentro de mi, esperando el momento preciso para salir. Ese momento a llegado. No me falléis, mis armas.
No, la noche no es inmensa como todo lo que en esta entrada me gustaría reflejar. Pero hoy pienso escribir aunque las estrellas caigan del cielo. Esta; Aquí y Ahora es mi Realidad.
Las cosas no van bien. Citando a uno de mis pequeños filósofos: "Ha llegado la ola y ha destruido mi castillo". Así es, pero no ha sido una ola, han sido varias. No ha sido solo mis castillos, ha sido tu nombre sobre la playa lo que se ha llevado el mar. Y me veo continuamente derribada, rota, incompleta. Y me miro al espejo y veo una chica que ya no sonríe como antes, que tiene marcadas las ojeras de tanto llorar y de tantos desvelos. Me despierto y lo primero en lo que pienso es que me espera un día más. Tal vez peor, tal vez igual que el anterior. Me levanto con una esperanza escrita en la frente, con un objetivo: Hoy voy a encontrar una razón para ser feliz. El resto del día se sucede dentro de una inaguantable y monótona rutina que me desespera y me hace suspirar pensando "¿Hasta cuándo podré resistir?"
Y he visto como me han arrancado una a uno todos los pétalos de mi rosa de la felicidad. Me han quitado la libertad, a algunas de las personas que más quiero en mi vida y ... me lo han quitado a Él. Lo han apartado de mi lado. Me han roto el corazón en pedazos  Como dice Avril Lavigne en esa canción que siempre me hace llorar: los trozos de mi corazón viven echándote de menos. Es cierto. Hoy puedo decir que cuando me prohibieron estar contigo sentí que me arrancaban una parte de mi ser. Porque sí, te quiero. Mucho más de lo que tú te crees. Aquí es cuando rompo a llorar desconsoladamente y le grito al mundo: "¿Qué te he hecho yo para sufrir tanto dolor?" 
Llegan momentos en los que siento una rabia interior que me quema y me impulsa a tirar la toalla. A veces pienso que todo esto no merece la pena, que seria mejor dejarse vencer. Callar y agachar la cabeza. Pero yo no soy así. ¿Cuando he sido yo cobarde? ¿ Cuando he tenido yo miedo? ¿Cuando me he visto yo derruida por los problemas? .... Si alguno de vosotros ha respondido: Nunca, a alguna de estas preguntas; dejarme que lo saque de su error. Yo me hundo con una suave brisa, me canso con un pequeño recorrido y me duele hasta la más pequeñas piedra que me golpee por el camino. Pero me levanto. Mejor dicho, me levantan. ¿Quienes? Pues Ellos. Mis pequeños filósofos.
Algo que para otros no es nada, como una entrada, una mención y mensaje de buenas noches, un "ánimo", un "no estás sola"... A mi me da la vida. A mi me da todo lo que necesito para seguir adelante. Ellos me están dando cada día una razón para seguír luchando, para resistir ante todos los palos de la vida. Ellos y cada unos de ellos. Con sus nombres y apellidos. Cada uno a su manera, cada uno con sus palabras. Son lo único por lo que yo hoy puedo afirmar que saldré de este precipicio. Y nunca me cansaré de repetir que lo que Ellos me han dado no se lo podré pagar en toda la vida. Por que han sido un regalo que yo no me merecía. Porque no estoy sola, porque todo saldrá bien, porque yo soy más fuerte que todo esto y porque nunca llueve eternamente. Por esto y por mucho más ... RESISTIRÉ

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