Demasiado cansada incluso para llorar. Siento un fuerte
dolor en el pecho que me impide respirar con facilidad. Y es ese dolor y no la
tristeza lo que consigue que me deshaga en lágrimas. Ahora que comprendo que
todo esto es más grande que yo, que todo esto me sobrepasa es cuando empiezo a
pensar que ya no son los problemas ajenos los que me asfixian, ya no lo son
porque estos problemas han pasado a ser parte de mí.
Son ya las dos de la
mañana y no puedo dormir. ¿Qué me lo impide? Supongo que el miedo a despertar
en el mismo lugar, con los mismos sufrimientos y el mismo miedo. Intentando
olvidar emborrachándome a tristes baladas que a veces hacen que me sienta
incluso peor. Ahora que este silencio acusador me susurra que la vida es dura y
que nadie la puede cambiar, siento la necesidad de esconder mi corazón a esas
palabras que me llaman continuamente a la verdad.
Pasan los minutos y no hay
palabra que lea ni frase que me digan que me anime y me ayude a sobrellevar
esto. Tan solo la compañía de un lápiz y un papel son capaces de hacer que me sienta
mejor. Existe algo peor que la sensación que tienes cuando alguien te ha
fallado. Y es saber que tú le has fallado al mundo. Que no era eso lo que esperaban
de ti. Que eres capaz de mucho más. Buscando consuelo entre todas las páginas
que se han ido rellenando durante estos últimos meses, descubro con asombro que
ya no soy la misma. Que mis sentimientos han cambiado, o mejor dicho, que yo he
cambiado mis sentimientos.
Es duro ver cuando en estos momentos de sufrimientos
las personas que te quieren te apoyan con un: “ya pasará” sin ser consientes de
que a veces lo único que se necesita es un hombro en el que llorar. Lo
siguiente consistirá en aprender de los errores cometidos, recordando siempre
dónde caíste para no volver al mismo precipicio, para no volver a tropezar con
la misma piedra. Pero hasta entonces tan solo necesito aprender a ver el mundo
como un aliado y no como un enemigo. A ver mis errores como nuevas
oportunidades para hacer algo bien. Y a ver el mañana no como un infierno, sino
como un nuevo comienzo para ser feliz.
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