jueves, 12 de julio de 2012

Aquel frío, tan seco, tan triste penetraba por su cuerpo y le arañaba los pulmones. Javier sabia que el sol se encontraba allí en lo alto del cielo pero, ¿dónde? Aquella masa de nubes blancas amenazaba con romper la tranquilidad de Lestreside con una tormenta de nieve en cualquier momento. Apenas sentía las manos y caminaba pesadamente arrastrando los pies entre la gruesa capa de nieve. Dejaba tras de sí un rastros de huellas y sangre que tarde o temprano le delatarían. Pero a él parecía no importarle. La desoladora visión de aquel chico rubio avanzando a duras penas por las calles de aquella ciudad dormida habría despertado la compasión de cualquiera.
Javier se paró unos instantes al ver su traslucido reflejo en un charco congelado. Aquellos tres días sin comer ni dormir, la herida en el hombro derecho y las duras penalidades que había sufrido hasta el momento le habían pasado factura. Un rastro de ojeras surcaba el contorno de sus ojos que habían perdido parte de su brillo y su alegría tan característicos. Su pelo estaba completamente empapado y algunos copos de nieve habían permanecido entre aquel espeso campo de trigo dorado. Su labio inferior había dejado de sangrar pero Javier apenas podía mover las comisuras de los labios lo que le impedía sonreír. Toda su ropa estaba mojada y llena de sangre. su hombro presentaba cada vez peor aspecto. se le escapaba la vida lentamente sin que él pudiera hacer nada para evitarlo.
Cuando James abrió la puerta de su casa, su mejor amigo se desplomó en sus brazos. Lucy dejó escapar un grito histérico cuando vio el estado en el que su amigo había conseguido milagrosamente llegar a casa de James.
-Hay  que llamar a un médico.- dijo Lucy mientras james cogía en brazos a su amigo, lo tumbaba en el sofá y le quitaba la ropa mojada.
-No podemos.- respondió James intentando controlar los nervios y manteniendo la calma a duras penas.- Sabes perfectamente que un médico avisaría a sus padres. Y eso conllevaría a muchas preguntas. Preguntas que ni tú ni yo podemos responder.
Javier murmuró algo incomprensible. Lucy se acercó a él y le cogió la mano asegurándose así de que estaba congelado. James fue a por mantas mientras Lucy comprobó que Javier estaba ardiendo de fiebre.
-Estamos aquí capitán.- dijo Lucy hablándole suavemente mientras intentaba que su voz no se quebrara ni sus ojos se llenaran de lágrimas. - No vamos a dejarte solo.
-¿Lucy?- preguntó Javier medio inconsciente.
-Sí Javi. soy yo, estoy aquí ¡Animo! toda va a salir bien.
Javier ahogó un aullido de dolor. El hielo que se había incrustado en la herida de su hombro empezaba a derretirse. El dolor era insufrible. Javier reunió fuerzas para decir unas últimas palabras antes de perder el conocimiento.
-Por favor, traerme a Sarah. Quiero morir a su lado.

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