viernes, 20 de junio de 2014

Dormida

La una de la madrugada y yo sigo aquí, como aquel día de agosto que por primera vez tembló mi alma por miedo al amor. Una de la madrugada y yo sigo aquí, ahogando tristezas en novelas románticas de tres al cuarto, empalagosas y vulgares. Firmando mi autodestrucción con palabras frivolas de amores inexistentes, irreales y tediosos. Una de la madrugada y dos minutos y yo llorándole otra vez a la almohada por querer a quien no debo y por no apreciar a quien me quiere.  Y me siento una idiota impotente porque hasta la almohada me huele a amor clandestino. Hasta el silencio me recuerda a quien no está, hasta los acordes de la más dulce canción me están desgarrando poco a poco. Odio las distancias impuestas, sobre todo esta, porque no la obliga nadie más que el sentimiento mutuo de que separarnos es lo mejor. Una de la madrugada de cualquier sábado de un verano que no me pertenece. Me quedo callada mirándome en el espejo y no me reconozco.  Hay una vacío en mis ojos que no sé explicar, que nadie sabe llenar. La gente que dice que me quiere me suelen decir que odian verme llorar... lo siento mucho, siento fallaros tanto. Pero es que soy muy débil, es que soy pequeña.  Es que a base de espinas el mundo me está convenciendo de que solo soy una cría. Que todo el mundo sabe lo que es lo mejor para mi menos yo. Llorar por amor... suena tan estúpido y sin embargo es tan doloroso.
¿Dónde está ese valor, María? ¿Dónde has enterrado la promesa de ser fuerte y de aceptar este momento?
Al menos las lágrimas limpian heridas. No sé si alguna de las personas que sabeis que sois importantes en mi vida leereis esto. Pero quiero pediros perdón a todos. A mis padres por no escuchar sus consejos, por verlos siempre como enemigos y no como aliados. A todos mis hermanos y hermanas de familia y comunidad, por juzgaros con dureza cuando me habéis dejado sola. A mis amigas que tanto me han apoyado y a las que he despreciado dando de lado sin justificación alguna. A ti campeón, que me quieres cuando yo no puedo querer. A ti colegui, sobre todo a ti. Perdóname por no saber decir adiós. Puede que muchos penséis que simplemente soy una niñata hormonada soltando cursilerias sentimentaloides... y tal vez tengais razón. Pero ya no me importa lo que penséis. Solo os pido que no busquéis consolarme... simplemente perdonadme.
Una y veintitrés de la madrugada y mi corazón igual de roto, igual de amarga cada respiración.  Mañana no me desperteis. Un día aprendí que cuando quieres a alguien no existen maneras bonitas de despertarle. Si quieres a alguien le dejas dormir y le miras con cariño... pero eso es otra historia que ya os contaré.  Buenas noches mis héroes.  A mi manera tan torpe, os quiero.

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