Si tuviera el poder de congelar un momento en el tiempo y que
durara para siempre… entonces no valdría nada. Seamos sinceros, lo bueno pasa
rápido. Pero lo apreciamos más. Como cuando alguien vuelve tras un largo viaje
y le suplicas que no vuelva a irse jamás. Agarrados a frágiles consuelos de que
la distancia es una prueba para ver hasta dónde puede llegar el amor pasan los
días. Perdiéndome el presente, mi alrededor, mis amigos y mi familia. No, nunca
más. Desde hoy voy a disfrutar esta vida con lo que venga en cada momento, con
quien tengo a mi lado; todos aquellos que se desviven por sacarme una sonrisa
cuando me como la cabeza y me preocupo por cosas que no llego a controlar. Pero
cuando vuelvas, estaré aquí esperándote por que un día decidí que eras ESA
personas. Y hará falta mucho más que un puñado de kilómetros para quitarme esa
idea de la cabeza.
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