domingo, 14 de julio de 2013

Honestidad brutal

Seamos sinceros. Como somos cuando ya no queda nada que perder. Seamos coherentes. Como somos cuando intentamos aparentar una madurez que no nos corresponde. No sabemos el día ni la hora. Solo sabemos que llegará un momento en el que ya no estemos aquí.
Porque, desgraciadamente, estamos acostumbrados a tenernos. Nos gusta decirnos “hasta luego”. Pero ¿quién nos da la certeza de que nos volveremos a ver? Hoy cuando los he mirado y he visto sus sonrisas. A ellos dos que son lo más importante de mi vida. Y he pensado “sin vosotros, yo no puedo”. Estamos acostumbrados a vernos; mucho o poco pero a vernos al fin de al cabo. Y a decir mil cosas sin decirnos nada, a mirar al frente y a callar el alma. Tenemos esa mala costumbre de quedarnos en la rutina. Y en verdad solo nos hacemos daño.

Cada vez que callamos una verdad, un reproche, un sentimiento… Cada vez que reprimimos todo eso morimos un poquito y lo sabemos. Nadie me asegura que ese “hasta mañana” será real. Nadie me asegura que estarás ahí. Nadie te asegura que estaré allí. Y yo he intentado ser fuerte. Hoy he sido yo la que ha dicho aquello de: “seamos positivos, no es un adiós para siempre”. Pero cuando me alejaba mirando hacia atrás de vez en cuando me he sentido tan perdida e incompleta. Porque dentro de mi ingenuidad siempre tendré mis momentos de honestidad brutal conmigo  misma. Porque si se me ha regalado un día lo utilizaré para daros las gracias por existir. Porque no quiero que lo único que quede sea aquel verso de Bécquer “Yo digo aún: ¿por qué callé aquel día?/ y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?”

No hay comentarios:

Publicar un comentario