Querido Javier
Han pasado muchas cosas desde la última vez que te escribí. Dicen
que he crecido un par de centímetros, que me he hecho más mujer. Dicen que me
empiezo a preocupar por mi futuro, que ahora no me gusta la lluvia y que cada
día estoy un poquito más loca.
Pero ¿qué puedo contarte? ¿Qué puedo decirte que tú no sepas
ya? Tú, que me conoces como nadie sabes de lo que quiero hablarte. De eso que
ocupa mi cabeza día tras día y noche tras noche. Él
Simplemente Él.
Han pasado ya varios meses y aquí sigue entre mi corazón, mi
cabeza y mi sonrisa. No está como el primer día, no. Está más real. Y cada día
en contra de lo que piensan absolutamente todos los que me rodean me pregunto a
mi misma: aquí y ahora, en este instante que es lo único que tienes ¿Lo
quieres? ¿Y sabes qué Javier? Que digo Sí, un “sí” firme sin pestañear.
No puedes ni imaginarte Javi lo que es tener a la persona
que más te importa del mundo a apenas diez metros y no poder gritar que lo quieres.
Que lo quieres como muy lejos a diez centímetros de ti.
Que no, que no nos parecemos en nada. Que somos como polos
opuestos pero estamos unidos por un mismo imán. Él
es para mí indispensable. Lo sé. Lo siento aquí muy a dentro. Que he intentado
imaginarme una vida sin él y no puedo.
Mira, estoy rodeada de personas que me dicen constantemente
que lo olvide que es lo mejor. Y cada vez que me dicen eso aunque ellos no lo
saben me matan un poquito. Y yo con una triste sonrisa les pregunto si puede
olvidarse el ser humano de respirar o si puede uno negarse a que el corazón
siga latiendo.
Que sí. Que sí quiero. Quiero aguantar para poder salir un
día cogidos de la mano sin que nadie se oponga ni nadie impida. Quiero esperar
para poder abrazarlo en total libertad. Quiero esperar por sus ojos marrones
que me encantan, por su sonrisa… en definitiva quiero esperar por esa persona
de la que estoy enamorada hasta los topes.
Que yo también mataría por su sonrisa. Que me da igual absolutamente
todo lo que digan los demás. Solo quiero estar con Él. Hace ya tiempo que las
palabras se me quedaron pequeñas. Pero es lo único que tengo, palabras. Todo lo
que soy se lo llevó él. Pero estas palabras me bastan y me sobran si él me dice que al leerlas me ha querido un
poquito aunque sea un poquito como lo quiero yo a él.
Lo siento por este ataque de egocentrismo hacia mi propio
ombligo Javier pero no me lo podía callar. Buenas noches mi pequeño filósofo. Hasta
que el corazón lo decida.
MARÍA
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