domingo, 21 de abril de 2013

Keep calm and... just live


Se alejaba lentamente el sol de aquel pequeño paraíso de horizonte perdido, cielo azul, agua helada y fina arena. Y en aquel lugar un chico de diecisiete años miraba pensativo un punto indefinido de aquel atardecer. El sol se reflejaba en su pelo, el cual Ella llamaba un inmenso campo de espigas doradas donde sus dedos se perdían en caricias y en sus ojos en los cuales Ella decía que estaban fabricados de ámbar y miel.
En aquel viejo muelle sin ningún barco haciéndole compañía con los pies rozando el agua… Respiraba. Aquel dulce y a la vez intenso aroma a libertad. Respiraba aquel instante sin miedo a nada. Sin temer un futuro incierto. Solamente tenía ese momento. Y era un momento perfecto.
Aquella extraña primavera él estaba cambiando mucho. Se había hecho más duro y más valiente. Le habían puesto a prueba durante largas semanas en las que para él nada tenía sentido. Había llegado a sentir que su existencia era vana e inútil. Pero aquel pequeño gesto cuando estaba en lo más hondo… aquel pequeño acto de coraje irracional de negarse a perder a alguien que quería tantísimo, a alguien tan importante para él. Aquel gesto por el que agachó la cabeza y con humildad pidió perdón, le había salvado. Lo había sacado de ese infierno y le había hecho inmenso. Y lo había hecho feliz.
No encontraba explicación lógica para lo que sentía ni la necesitaba. Simplemente quería vivir. No le importaba volver a caerse, sabía que se levantaría cada vez con más fuerza, con un impulso mayor y una lección aprendida. Bajó del muelle y paseó sus pies descalzos entre las heladas olas que venían a acariciarle. Se paró de pronto y se agachó para escribir en la arena. Solo era una palabra. Pero era una palabra inmensa.
Miró el reloj sabiendo que pronto tendría que volver a casa. Se despidió de aquel su segundo lugar favorito en el mundo agradeciéndole aquellas bellas tardes de domingo. Y se alejó lentamente de la orilla sin mirar atrás. Dejando allí sus miedos pasados y esa palabra en  la orilla. Una ola se llevó la palabra pero el recuerdo permaneció en aquella playa. Porque era su eterna promesa. Porque caiga quien caiga Javier siempre por encima de todo y de todos era eso:
INJUSTIFICABLE

jueves, 18 de abril de 2013

Hey you! yes you....


Por escribirme esa canción 
Por arañarme el corazón 
Por ser así como eres 
Por aguantar ese dolor 
Por inventar ese sabor 
Por hacerme siempre lo que quieres 
Por los consejos que me das 
Por olvidarme si te vas 
Por no quererme un poco más 
Por esas cosas que no se pueden contar 
Por caminar siempre al revés 
Por derretirte si me ves 
Por alargar ese momento 
Por asumir ese papel 
Por ayudarme a que me duerma 
Por el cariño, la paciencia cuando todo iba mal...

GRACIAS

Cliffs

Javier movía la pierna con nerviosismo. La cabeza le iba a estallar de tantos pensamientos. Quería gritar, quería gritar muy alto que odiaba todo aquello. Que lo único que quería era irse solo a dar un paseo junto al mar. Quería que el viento le acariciara con rabia las mejillas y las olas le salpicaran al morir en la orilla.
No encantaba consuelo ni tranquilidad en nada. Se sentía preso como un pájaro en su jaula. Su casa se le quedaba tan pequeña… había desterrado su móvil a un oscuro cajón de su habitación. Había hecho desaparecer de su alcance todo aquello que le comunicaba con el mundo.
Apenas comía ya. Con una comida fuerte al día le sobraba. El nerviosismo con el que últimamente convivía le cerraba el estómago. Su principal problema era que tenía demasiado tiempo libre para pensar y preguntarse tantos “porqués”. Cada canción que escuchaba le cambiaba el ánimo y los sentimientos. Y todo le hacía dudar y tenía miedo. Estaba enfadado con todo el mundo. Con sus padres que le limitaban, con James que no le escuchaba ni intentaba comprenderle, con Alex simplemente porque era Alex, con Lucy… y sobre todo con Sarah.
Cada respuesta fría se clavaba en él con un inmenso dolor. Porque ponía su vida en ella y cuando ella le fallaba… cuando ella empezaba a hablar sobre sus complejos que para él eran tan estúpidos. Y entonces se sentía un egoísta y se arrepentía de muchas cosas, pero su orgullo; su terrible orgullo que le impedía pedir perdón. Y se odiaba a sí mismo. ¡Se odiaba tanto por no entenderse! Porque él sin aliados no era nadie. Se sentía la más minúscula partícula de polvo que cualquiera ignora y a todos molesta.
Su familia… tampoco los veis a su lado. Hacía ya mucho tiempo que había perdido la confianza con ellos. Se sentía solo en un pozo con el agua al cuello y sin nadie a quien gritar ayuda. Y así pasaba instante tras instante el último día de vacaciones antes de volver a la monótona rutina. Intentando buscar en su interior un pequeño instinto que le llevara por la dirección correcta. Pero los primeros intentos siempre son vanos y él tan acostumbrado a lo fácil, se desesperaba y lo daba todo por perdido. No encontraba la salida porque tampoco sabía dónde estaba. Se sentía inútil. Y él solito sin nadie más que él mismo acuchillándose estos pensamientos en su mente se hundía en una depresión, se infravaloraba hasta límites extremos y vivía en una profunda tristeza.
Su familia y sus amigos tenían ya suficientes problemas como para sobrellevar su falta de autoestima. Y se callaba, se tragaba toda la rabia y la incomprensión. Sabía que no, que ellos le dirían que es un chico maravilloso, inteligente, increíble… pero eso ya lo había oído muchas veces. Se lo decía la gente que lo quería. Pero él se negaba a creerlo.
Sabía que con el tiempo se le pasaría y volvería a sonreír y a ser el mismo chaval alegre que todos conocen. Pero ahora no entendía y le dolía no entender. Necesitaba afecto por parte de alguien porque también era un afectivo, un interesado, un mentiroso, un cobarde… Era todo eso todos los días, todos los instantes de su vida.
Al día siguiente volvería a la frustrante rutina que por lo menos le haría mantener su mente entretenida en algo que no fuera Sarah. Quería centrarse en sus estudios nada más. Quería ser tantas cosas… pero se sentía cada vez más lejos de sus sueños, cada vez más lejos de ser feliz. Un desperdicio de la sociedad así se sentía. Incapaz de sobrellevar el más mínimo sacrificio o sufrimiento. Solo quería desaparecer del mundo un tiempo. No ser nadie, no tener responsabilidades ni nada que lo destruyera por dentro. Quería ser libre pero sentía que su mayor enemigo, el que más daño le hacía era él mismo.

martes, 2 de abril de 2013

Carpe Diem

Aquí brilla el sol ella está teniendo un día perfecto. Siente una felicidad interna inmensa porque ha descubierto un gran tesoro. Ha descubierto el verdadero significado de aquellas palabras que sin sentido concreto dirigen su vida desde hace ya algún tiempo. Ahora sabe que lo que es suyo le pertenecerá siempre, que no puede callarse un sentimiento ni tragarse una lágrima. No debe contener la rabia. La vida será para ella una continua carrera de fondo en la que deberá combatir cada palabra, cada gesto, cada decisión. Y en  actos de valentía irracionales gritar más alto, gritar más claro. Mañana puede que esa persona ya no esté y ella no quiere arrepentirse de no haber sido feliz el tiempo que pasó a su lado. 
Lo importante, lo único que de verdad es real es Aquí, es Ahora, es Este Momento. Y Simplemente vivir cada instante. Porque esa tarde en la playa con los hermanos, ese paseo en bici con los amigos, esa mirada, ese beso... Nunca volverán. Ojalá puedas decir que viviste todo aquello sintiéndote la persona más feliz del mundo. Y aquella primera vez que suspendiste un examen, aquella primera vez que saliste de noche hasta tarde, la primera vez que te tragaste el orgullo por aquella chica que tanto te gustaba... Todo eso que ha forjado tu vida que hoy es tan preciosa aunque muchas veces a ti te cueste tanto entenderla. En esto consiste vivir en "no rendirse ante lo que te apasiona, sino en encontrar el amor en lo que haces". La vida es dura que no lo niego pero un día feliz empieza en tu aptitud. Por que a veces lo único que necesitas es un pequeño impulso de coraje... Y Volar.